Portada Biografía Obra Liriformas Hemeroteca Epistolario Álbum Audio
Con los ojos cerrados
Soplo
Rebelión de un recién nacido
Fuente
Promesa en vano
Nueva canción después del llanto

CON LOS OJOS CERRADOS

Recuerdo cuando me levantaba entre los trigos.
Y me fui a la ciudad una mañana muy temprano,
sin que nadie me viera.
Mi padre daba voces en la plaza.
Me llovían sus gritos como cajas de músicas.
Calado hasta los huesos,
el mar se izó en mis manos.
Y aquí estaban las manchas, cada día más grandes,
viejas, multicolores. Mi carne, como un lienzo
en lo abstracto más hondo,
jugándose con todos mi inútil superficie.
La ciudad no era mía. Nunca lo fue.
Yo mismo
no me pertenecía. Y mi padre seguía dando voces
de angustia,
clamando en mil desiertos, gritando a su hijo pródigo.
Los muertos me conocen,
amigos míos íntimos. Ellos me dan el pan oculto
de la muerte.
Y yo lo saboreo con el hambre más muerto
que todos esos ángeles, que en sus alas, plegados,
murieron de repente.

Se quedó el campo solo, enterrando a aquel pueblo,
y una mancha de tiempo quedó sobre su tumba
infinita y secante.
Después, aparecieron los tres sepultureros.
Y una voz,
todavía, llamándome, gritándome...

Subir Antología

SOPLO

De los acartonados suspiros de la carne, nace la soledad,
la soledad que cruza nuestra cara con grandes lejanías.
Dios es un paraíso que circunda los sueños,
y nos deja morir
irremediablemente,
aunque nos autorice a soñar otra vez,
con la muerte en los ojos y una cruz a la espalda.

Subir Antología

REBELIÓN DE UN RECIEN NACIDO

Dios está limitando con mi incredulidad
constantemente.
Y mi incredulidad es tanto Dios, que estoy casi seguro
de poder adorarle.
Los hombres me cuentan sus historias,
pobres, tristes, insignificantes...
Los niños nacen
y nacen de algún modo las arañas.
Los niños y las arañas tienden a Dios sus redes.
Pero Dios no se rinde, no puede caer en la trampa.
Y sigue pisando redes y niños y arañas con la suavidad del aire,
con la suavidad del aire de un Dios Padre.
Y sigue pisando niños y redes como un viento huracanado,
digno hijo del aire.

Mas si llega a los hombres -como llega a los hombres-
la Humanidad es columpio de Dios.
Y se columpia Dios. Y arde. Y se columpia Dios. Y arde. Y...
quién sabe, si pidiendo perdón ahora
a cualquier hombre que encuentre por la calle,
Dios dejará de arder en mi incredulidad.

¡Quién sabe!

Subir Antología

FUENTE

Hoy me salgo del río más profundo. Monstruo soy de ese lago
donde me espera un cisne.
Tengo la paz ahogada en una gota de agua,
en esa sal que sale, a veces, de los ojos. En la sangre
que corre y se desborda y hace fuente a los árboles.
Tengo una inmensidad que tiembla en los océanos,
siendo sólo una fuente pequeña como un ojo.

Subir Antología

PROMESA EN VANO

Mañana bajaré por el desierto de mi carne
hacia tu corazón.
                      Descenderé a tu entraña
                                (madre mía)
como el cubo hacia el pozo.
Y nadie podrá verme
volver a ti de este modo tan mío.
Tan nuestro personal incomprensible.

Te devuelvo mi vida,
aunque tú me la diste indefinidamente.
Me rebelo contigo.
Te sustraigo de ti, de tu forma continua,
mientras mis manos caen con la fuerza del viento,
solas,
como dos hojas
del árbol que plantaste
en el soplo insistente de un otoño
que no es otoño de canción,
ni de sol amarillo,
sino otoño de tumba
más allá de la tierra,
ése que tú conoces
con tus diez años
muerta. Por los que yo he pasado
mil veces en el tiempo que me tuviste
en brazos.
           Pero, aún te prometo bajar cada mañana,
dejándome en el aire la vida que me diste,
el sueño respirado y un infinito nada.

Subir Antología

NUEVA CANCIÓN DESPUÉS DEL LLANTO

Lloré. Pero seguí a una risa
que había lejos de mí. Y no me equivoqué. Porque era un dique
adonde el mar del odio se rompía.

Yo fui nutriéndome de amor a gran distancia,
volviéndome canción en cada lágrima de sal,
música antigua.
Como hombre que soy, que teme al fuego,
yo canto.
Como carne que soy,
yo me hago doler en algún sitio.
Y la canción se hace.
Y se hace la música de una lágrima nueva.
Y el amigo me quema con sol del enemigo.

                                 Vengo a cantar.
Vengo a hacer la canción, después del llanto.
Y aunque un coro de hombres
rociaran mi lengua de silencio,
la poesía vendrá, con voz liberadora,
a hacer que mi canción caiga desde los árboles
a los más enterrados abismos de aquel llanto
que el niño me prestó al sonar en la vida.
Pues mi canción de niño
puede al llanto del hombre,
y hasta podría vencerme
quitando al sol y al viento las ganas de llorar.

Subir Antología