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(Poemas aparecidos en distintos medios en los primeros años ochenta. Incluidos después en Argumento de mi Biografía, 2000)
Me enfrento con el día
La guerra
Antes del último combate
Como la historia
Cuando la risa es otra cosa
Matrimonio en estado de inocencia
Y descubrí el presente
El amor no quiere ser sorprendido
La gorgona me abraza

ME ENFRENTO CON EL DÍA

Hoy me ha llegado el día como un oscuro vagabundo,
como un faltarme todo.
Quiero echarle a patadas, como a la soledad.
Pero no puedo, Tetis, diosa y angustiada de mí
por estos siglos de los siglos.

El día es una estatua, una ménsula pobre
que me abre la boca anunciando su hambre,
a la que está prendida, rendida, sujetándola.
Una luz harapienta se apoya y pide pan,
lo que ya ningún pobre que se precie lo acepta
a la manera simple de dar de los cristianos,
según las Escrituras.

Me gustaría doler en la cabeza de un atlante
o en la indecisa, incierta de algún jefe de Estado,
o ser ese calmante, después, seguro, no inventado o prohibido
por la muerte.
Así las cosas me poseerían,
el hombre y el dolor y la sustancia,
sin ser yo nunca más.

Porque los otros, todos, serían pacotilla
del arte, de la inocencia, de la filosofía...
Tetis, ¿verdad que sí, purísima cadena?

Y el día seguiría lo mismo, vagabundo,
o burgués, todo hambre, o hambriento,
el más necesitado
y más rico que yo.

Tetis, tú me defiendes, que Aquiles no lo sepa,
calla, pues temo que al saberlo
se morirá de risa.

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LA GUERRA

Belchite, el Ebro, Agamenón. Vino la guerra.
Estalló el mar encima de la muerte,
Aquiles endiablado y yo aturdido,
blanco entre los escombros de Madrid.

Guadalajara. Y yo temblando porque Tetis
todavía no era agua
ni madre ni existencia, ni tiempo.
Dios nos bombardeaba desde arriba y el diablo desde abajo,
y sudábamos sed,
y los niños regalaban su hambre a los guerreros
pero yo ni siquiera me acuerdo si era niño
o entonces era un gato huyendo a los tejados
después de oler la muerte en las alcantarillas.

El Alcázar, Guernica. Y otra guerra
vino a matar al tiempo y a la Historia
en los museos
y refugios de Europa desde Monte Cassino.

1936, España estaba sola. Y con el Mundo a un lado.
1944, Italia estaba sola. Y guerreando con el Mundo, junto a él.
1982, el Mundo está más tiempo y generando soledad,
mientras atiza el fuego de la muerte.

Y, ¡qué más da, si yo perdí la vida en la batalla de Cunaxa
abrazado a los pies de Ciro el Joven!
Aunque nada de mí dice la Historia, por más señas.

Tetis, perdona que lo cuente,
que es verdad que yo, entonces, no sabía de ti,
aunque ya conocía que tenía que amarte
y esperaba asombrado a todas las nereidas
desnudo ya y bailando a la orilla del mar.

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ANTES DEL ÚLTIMO COMBATE

Tú eres la única que podrá arrancar de mi cuello
esta hidra maldita,
que convierte tu mar en dolor y combate.
Ya vienen frente a frente las dos flotas gigantes,
más altas que la tierra,
cargadas de tornillos,
de escobas nucleares y de orgullo y de miedo,
mientras yo en las Termópilas
sigo cogiendo muertos todavía calientes.

Leónidas ha muerto y la hidra me aprieta,
Hércules no ha terminado su trabajo,
y ¿a quién diremos luego,
"Pasajero, ve y di a Esparta que aquí
hemos muerto por obedecer sus leyes"?
¿A Oriente o a Occidente?
Mi corazón se está pudriendo
en este cementerio de tu amor, Tetis,
diosa insensible a Dios,
yo mortal, tú infinita.
Y has creado mi voz para poder oírme
en todos los desiertos.
Y has creado mis manos
para darle a tu cuerpo el contacto preciso de la ausencia.
Y has inventado el lecho
como la tabla de multiplicar los gozos.
Y has agitado el mar
con las dos puntas de tus pechos,
despertando a la hidra
para que me devore con tu amor.
Tu lengua es un dragón, y he de entrar en tu boca
como un fiero huracán
que viene de arrasar a la Naturaleza.

Y al final tú serás mía
y el final de los tiempos
sólo habrá sido un gesto malicioso de un sueño.

Después es una nana que tú me cantas al oído,
eso es todo.
Ahora puede empezar el último combate,
así, como se cantan las canciones con destino a la muerte.

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COMO LA HISTORIA

No hay bastante con estas singladuras.
Tenemos que seguir por distintos caminos
y devolver el agua a su sed, a su origen.
Que se vaya a la mierda el vellocino de oro
y todo lo que incite a cambiar de postura
testimonial al hombre,
a trabajos inútiles, sólo por la sublime
tozudez de escribir una historia
que no va a entender nadie,
ni siquiera Jasón.

Por eso, Tetis, no coincidas en mí,
pero si salgo al mar, sálvame, como siempre,
entre los aparejos de mi nave.
Y llévate los peces
a las orillas de tus ojos
y guísalos con rubor de tus mejillas,
con fuego de tu piel y tu deseo,
y dalos a comer a algún cordero ignívomo
para ahogar de alimento
a esta fogata humana que no quiere vivir.

Salvémonos nosotros, sin huir, dulcemente,
al lado de los hombres
que sólo están pensando escribir una historia,
que escriban una historia de su paso indeciso,
sin salpicar de gracia tu tempestad, mi canto.

Hoy han matado a no sé quien,
prudente, acostumbrado, libre,
y el mundo es una lágrima gigante y desgarrada.
Tetis, bajemos a llorar,
porque si ni lloramos
el mundo contará que hemos enloquecido.

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CUANDO LA RISA ES OTRA COSA

Ahora vamos a conocernos mejor, Tetis.
Ya sabes por los espías de los dioses que tengo un Dios y que
existen las navajas,
la goma-2 y las pistolas.
Si quieres vamos a bailar
a la plaza del pueblo,
que han puesto televisión y ya es de noche.

Déjate de ilusiones y de Olimpos,
recojamos los sueños con las manos
y echémoslos al mar,
o mándalos a lomos del carnero
a la Cólquida aquella.

Tú quédate conmigo, que estar juntos es nuestro oficio de amar.
Pero vuelve la cara y ciérrame los ojos
porque viene la noche, la otra, la sin baile,
y tú tienes mi carne en la aventura
y espera rodearte como otro nuevo viento
desesperado.

Ya no manan las aguas de la piedra de Horeb,
ni brota Dios de las zarzas ardiendo,
aunque está aquí.

Las aguas manan de los cuchillos,
manan de la metáfora y del contrasentido.
¡Míralas! Cómo manan. Del suelo no,
de la abstracción,
de las cabinas telefónicas,
entre el aplauso vivo de la muerte.
Hacen tiempo y escala,
pero no me lamento,
es que me cae encima el destino del hombre
sin un solo deseo.

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MATRIMONIO EN ESTADO DE INOCENCIA

Hoy ha salido el sol a secarnos las lágrimas.
Antes secó la sed
y las arrugas
y el fruto que todavía no estaba prohibido.

Tetis, desnúdate.
Desnúdate, te digo,
como la niebla se desnuda,
quédate así de blanca, casi oración y casi pálida.
Hagamos los amores, el amor único.
Pero en secreto.
Y no lo cuentes mañana en el mercado,
hay que estar muy seguros,
que no se entere Homero, ni Menipo, ni el otro.
Y, sobre todo, huye de los oídos de Luciano,
que si un día lo sabe, se reirá.
Y lo nuestro será chufla,
Luciano se reirá de nosotros
y del dolor y de sus apariencias
y de nuestros hijos,
que para él serán más viejo que Japeto,
aunque recién nacidos siempre para ti y para mí.

Todo es sainete a nuestro alrededor
y nosotros la fábula
que por sí sola no debería contarse,
se desvanecería.

Pero que nadie se presente
a separar del lecho el sueño de nosotros.
Y vuélvete a dormir, Tetis, silencio mío.
Hay que ensayar primero este final durísimo,
que está volviendo astral y más caliente
de su quinto viaje,
esa nave espacial, y otro amor, que nos pasa de largo.
Tú, y a solas conmigo, Tetis, me excitas y, en los ojos,
nace el último hijo como una luz seráfica.

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Y DESCUBRÍ EL PRESENTE

Estaba meditando
en medio del silencio de mi carne
y una invasión de eternas oceánidas, rompiendo en mí,
ocuparon mis ojos
y vivieron en mí como una muchedumbre.

Desnuda y calva estaba la Belleza
y tú, nereida acostumbrada, me salvaste del todo.

¿Te callas, Tetis? Es justo. Ya se hizo tarde
en tu palabra
y tu oído no escucha,
a pesar de que el tiempo es un ruido insistente,
el más agudo y penetrante de los ruidos,
y tu amor un silencio
que yo abrazo y lo siento a este lado
rugiente y lineal y paralelo.

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EL AMOR NO QUIERE SER SORPRENDIDO

Temprano es para que vengas a buscarme, Tetis.
Las diez es una hora inapropiada
para la burguesía antigua
y es un lujo de cárcel para el pobre
aunque no sé qué hora es la mía en la tuya.

Pero no temas, Tetis,
no nos diremos nada.
Calla y no respires,
que vamos a burlar hasta a la policía.

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LA GORGONA ME ABRAZA

Tetis: Este tiro de gracia que le dan al poeta
escuece en la palabra.
¿Le dejarán, ya muerto, ya tranquilo?
Este tiro de gracia disparado desde la impunidad
es hacerle a la Historia una desgracia nueva.
Es evitar que la palabra hable,
para quitar razón a la verdad.
Es un largo exterminio de la vida que canta,
aunque se queda el calor de los pájaros
y el sabor de su música en el aire
y todos en el eco.

Tetis, qué tranquilos estábamos amándonos en ti,
contigo y en tu gracia. Y ahora el tiro
de pistola política disfrazada de Euríala,
la traviesa Gorgona,
porque Medusa es débil y Perseo la vence.
Por eso digo al héroe que no cante por mí,
porque el mortal se escurre y se escapa y se va
y te destruye desde lejos,
y se le dan muy bien las sombras para irse.
Sólo existe el posible, que el héroe venga y llore.
Quizás, libres sus lágrimas, resuciten un día
a aquel poeta muerto,
que hará mares las suyas y un Argos sus canciones,
todas juntas, a una.
Y a navegar de nuevo, Tetis.
Siempre nereida mía, condúcenos:
¡Ya tengo el vellocino…!

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