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Última carta al padre (fragmento)

ÚLTIMA CARTA AL PADRE

"…Lo que tú tuviste que lograr mediante la lucha,
nosotros lo obteníamos de tu mano".

FRANZ KAFKA ("La carta al padre")

Nos dejaste las cosas encima de la mesa
mientras las horas, presas en el armario viejo,
guardan la eternidad
que en tu ausencia ha nacido.
Yo vi cómo doblabas. Las campanas
te golpearon en el aire. Y te fuiste con el tiempo
hacia el camino abierto con luz, y aquí en mis hombros.
Ahora, una legión de astros me aplastan
al pensar, sobre la tierra.
Y se clava en mis brazos la verdad
porque me siento árbol o madera cortada
corriendo por el río hacia el mismo horizonte.
Nunca supiste lo que era un cementerio,
aunque yo te lo dije.
Y has muerto sin saberlo
con la esperanza puesta en una cruz
que tampoco esperabas.
Una cruz que encerraste en tus ojos,
que yo tapé al colocar sus párpados.
Te olvidaste el reloj sobre la torre,
igual que una reliquia.
Míralo todavía.
Sigue en marcha su máquina
donde pusiste el pulso.
Todas las horas van por el retiro
escrito para ti bajo la yerba.
Sigue solo tu amigo, el viejo vendedor
de carbón y petróleo, despachando a la gente
cuando le dan permiso las flores del jardín.
Le hablaste de las cosas que ibas a dejarle,
bajo el temor ardiendo del último cigarro.
Él mismo te ofrendó dos ramos de recuerdos,
de dalias y claveles.
Así quedó aquel día
tu amigo el jardinero, como un rosal cualquiera.
Sigue cuidando flores, mientras llora
por ti a la caída de la tarde.
…………….

Sentiste amor y triunfo, y el trabajo
no quiso permitirte el placer de admitirlos.
Ahora puedes ser dueño del reposo
y del amor y el triunfo,
y del silencio que te fue calentando
con su cuerpo
esa hija tuya muerta que esperaba
a tres metros escasos de profundidad.

No me sirvió de nada tu verbo pacifista,
aunque den movimiento tus palabras
a mi fe y mi destino.
Hoy giran en mis cosas las hojas de tus árboles.
Y el río se me vuelve algunas veces
y le veo detrás como una piel sonámbula.
¿Le pido al pensamiento
que me ayude a impedirlo?

Piensa que estamos todos presenciando tu ausencia,
firmes y enumerados en la línea del tiempo.
Que tu esposa, mi madre, no me sugiere nada.
Ya sabes, una viuda y anciana llora siempre y suspira.
Y esto es más expresivo que el dolor en palabras.
…………

Yo te estoy escribiendo porque nadie lo intenta.
Ellos creen que los muertos ya no leen
ni se enteran de nuestras sensaciones.
¿Es verdad lo que piensan?
No lo es, porque un ave ha movido las alas
cuando estaba dudándolo,
y me rozó su vuelo como un ascendimiento.
Nos preparamos ya sin ti para el futuro,
los que hicimos mermar tu presencia y tu carne
multiplicando el paso paternal de tus años.

Siguen los hombres hartos de palabras
y, a nuestro alrededor, los animales,
ni nos hablan siquiera. Nos desprecian
y nos admiran a la vez. Un pájaro
anda de tumba en tumba
y aplastando las piedras con sus patas
el día de difuntos.
En maternal postura la luna alumbra
muertos, y cae en los cipreses.

Padre, te cuento esto
porque las cosas reales que te dije, no tienen importancia,
porque si hablo del hombre
que me habla y que sufre o se divierte;
o que roba o que manda;
o que obedece o mata o nos gobierna,
sólo sería noticia de periódico.
Y lo que yo te cuento y te he contado
es de un mundo distinto,
aunque estén en la tierra flotando las raíces
de los que te quisieron en el último instante.
Es que todos los hombres han nacido llorando,
que han tenido mil causas, perdidas o ganadas,
y no han muerto riendo, como tú, en el estío.

Hasta la vista, padre.
Cuando baje esta carta al fondo de tus manos,
léela como sabes, como la leen los muertos,
y no pienses siquiera en la respuesta
que nos darás un día.

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